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+ momentosViajar es a veces confiar en la amabilidad de los extraños, pero esa amabilidad no suele llegar sola.
Hay que trabajársela, hay que salir a buscarla.
Cuando adquirimos nuestra entrada del Museo de Arte de Winterthur, la recepcionista reconoció que hablábamos castellano. Rápidamente entablamos una conversación y ella aprovechó para practicarlo. Podríamos habernos escaqueado lo más rápido posible, pero nos hubiésemos perdido algo, la oportunidad de hablar con alguien autóctono con un conocimiento, un bagaje y una historia que puede cambiar el rumbo de tu viaje.
En este caso concreto, la amabilidad del extraño nos recomendó entrar en una sala del museo donde los visitantes no suelen pasar. Un espacio de otra época que ese día estaba alumbrado por la cálida luz de la mañana, como refleja la foto que abre este texto.
Entre monumentos, museos, paseos y cafés, a veces se nos olvida que una ciudad es lo que es por sus personas. Solo alcanzarás a conocerlas si estás abierto a ello, si tomas la iniciativa y aprovechas las oportunidades que te va dando cada escenario del viaje. Ser amable y sonreír ayuda.
No se puede huir del río Aar cuando uno está en Berna.
Allí donde miras hay fragmentos de las aguas verdiazules de este afluente, que abraza el casco histórico.
Durante siglos fue la mejor protección ante la amenaza de invasores. Hoy, impresionantes puentes sortean esa barrera natural y conectan el centro desnivelado con los alrededores. Esta foto fue tomada desde Münster Plattform, una plaza elevada que invita a quedarse en ella durante horas.
En St. Gallen hay una serie de tesoros que solo vas a ver si levantas la mirada al cielo.
En St. Gallen hay una serie de tesoros que solo vas a ver si levantas la mirada al cielo. El centro está lleno de estampas del modernismo suizo que requieren estar atentos a las fachadas de los edificios.
Esta se llama Haus zur Treue y fue construida entre 1907 y 1909 por el arquitecto Cyrin Anton Buzzi. Pero hay muchas más como esta por toda la ciudad, recopiladas en la web Art Nouveau World. Levanta la mirada del teléfono para no perderte muchas cosas.
Rolf Fehlbaum es un hombre que, a sus 79 años, sigue perdidamente enamorado de las sillas.
No solo ha convertido Vitra en uno de los fabricantes de muebles más prestigioso del mundo, sino que lleva décadas coleccionándolas. El Vitra Shaudepot es un espacio construido a medida para albergar su colección, que cuenta con más de 7.000 muebles, entre ellos 400 sillas expuestas al público.
«Puedes reconocer y entender una época –sus estructuras sociales, sus materiales, técnicas y modas– a través de sus sillas», cuenta el presidente de Vitra.
La exposición permanente recorre 200 años de diseño de sillas cuidadosamente seleccionadas para mostrar su evolución. «Todas las sillas hacen esencialmente lo mismo, invitarte a tomar asiento, pero ningún objeto cotidiano es tan polifacético», afirma Fehlbaum con rotundidad.
Nuestro viaje al interior del Rolex Learning Center fue un recorrido con un final incierto.
Cuando pensamos que habíamos llegado a conocer todos los rincones de este edificio, de pronto se abría un nuevo espacio que no habíamos visto antes.
No había ni una sola línea recta, ni muros separadores ni escaleras. «Los humanos no nos movemos en líneas rectas, nos movemos en líneas curvas», dice Ryue Nishzawa, del estudio de arquitectura SANAA, quien diseñó el espacio.
Cada sala estaba interconectada por caminos que subían y bajaban de forma sinuosa. En cada zona había patios interiores que dejaban entrar la luz, accesibles desde dentro y desde fuera del edificio. Esta porosidad hizo que nunca tuviésemos la sensación de estar en un inmueble de grandes dimensiones pese a que abarca más de 20.000 metros cuadrados.
El proyecto nació a partir del deseo de la universidad politécnica de Lausana (EPFL), una de las más prestigiosas de Europa en ciencia y tecnología, de dar un vuelco a su imagen.
Inaugurado en 2010, hoy es el buque insignia de la institución. Un lugar en el centro del campus para ser habitado, con una biblioteca, cantina, zonas de trabajo y abierta al público. Un sitio en el que hay libertad para que las ideas fluyan en perfecta comunión entre el interior y el exterior.
«Los científicos y los artistas tienen mucho en común. Tienes que ser creativo para ser un buen científico. La arquitectura es una disciplina que une las dos cosas», decía Patrick Aebischer, presidente emérito de EPFL. «Y eso es lo que queremos transmitir a nuestros alumnos».
Sentado en un banco del parque de Los Bastiones me encontré cara a cara con estos cuatro gigantes que nos miraban con extrema severidad
Guillaume Farel, Juan Calvino, Teodoro de Beza y John Knox (de izquierda a derecha) fueron grandes figuras de la Reforma, la época entre 1517 y 1648 en la que países de toda Europa se separaron de la Iglesia católica.
Aunque se considera a Lutero como el gran precursor de este movimiento, cada país acabó adoptando su propia versión de la Reforma. En Suiza, Juan Calvino fue la figura clave, un predicador francés que desarrolló gran parte de su actividad en Ginebra.
De forma muy resumida, la Reforma se liberó de una Iglesia católica a la que consideraba corrupta. Apostó por la frugalidad en contraposición a la ostentación de Roma y sus satélites. Y abogó por volver a la Biblia como el único texto válido para regir nuestras vidas en oposición a la interpretación tergiversada del papa y sus sacerdotes.
Hoy muchas de sus acciones, como destruir la iconografía en las iglesias, serían vistas como propias de extremistas. Pero tampoco hay que perder de vista los efectos positivos que tuvo al promover la descentralización del poder.
¿Esta explicación te ha sabido a poco? Ginebra cuenta con un museo en el centro histórico dedicado a contar la historia de la Reforma en profundidad.